miércoles, 26 de noviembre de 2008

Miércoles.


Heme aquí de nuevo, sentado frente a la misma computadora, lidiando con el mismo trabajo, y aunque desde muchas perspectivas, el trabajo que desarrollo es algo muy agradable, existe un perpetuo sentimiento de limitación, al verme situado en un contexto de esclavitud momentánea del tiempo, que si bien es cierto todos deberíamos de emplearlo para producir, el escapismo diario que adopte como vida se da en una menor medida; no quiero traducir mal mis pensamientos, es bueno producir, de hecho es tan bueno que te permite realizar tus tareas intangibles; pero ¿llegará el día que mis horas sean mías?, en donde los momentos de ocio en el templo del ajusco, sean de nuevo ese motor de crecimiento espiritual que invade la materia como una enorme ola de mar, para convertirse en ideas, canciones, conversaciones, diseños, palabras, melodías, comunión. Es improbable el metodo o camino para lograr el equilibrio material, ¿Estaré dispuesto a continuar en el sendero?, o simplemente como la mayoría debo admitir que la realidad es tan dura para algunos que no tenemos opción a emplear nuestro tiempo en cielos profundos. Ya lo dijo el viejo y conocido refrán: No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista.

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